Nombre del libro: Estoy sola... ¿Y qué?
Autor: Cathy Hopkins.
Editorial: V&R editorial
Colección: Amigas y Amores.
Sección: Capitulo 1 , Parte 2




...Come, bla bla bla, pero mi fantasía secreta es que una tarde al volver a
casa descubro que hay patitas de pollo, hamburguesas de carne y patatas
fritas. Es gracioso, porque la fantasía de Izzie es comer como nosotros.
Le fascina la comida naturista, el tofu, la soja y la quinoa. A veces
pienso que deberíamos cambiar de padres. A Izzie le encantaría vivir
aquí; de hecho, casi lo hace, pues viene muy a menudo. A mí me gusta
vivir aquí, pero en cambio, mataría por cenar en casa de Nesta. Su papá
es italiano y prepara unos platos de pastas espectaculares, y su mamá es
caribeña y hace un pescado con especias y guisantes que es una delicia.
Lo asombroso es que Nesta es delgada como un espárrago. Creo que,
si yo viviera en su casa, estaría gordísima, así que tal vez sea bueno que
tenga padres extraños que preparan comidas raras.
De pronto, se me ocurrió un buen propósito para las vacaciones.
–Mamá, ¿y si este verano yo preparo la cena algunas veces?
–Me parece una buena idea –respondió, con una gran sonrisa.
–¿Puedo traer los ingredientes también?
–Claro –dijo mamá.
Justo en ese momento, sonó el teléfono.
–¿Lo que yo quiera? –le pregunté, mientras salía al vestíbulo y levantaba
el auricular. Era Tony.
–Hola –dijo–. ¿Qué harás más tarde?
–Nada –respondí–. Nada durante seis semanas enteras. Hoy terminamos
las clases.
Decidí no mencionarle la tarjeta. Quería que fuera una sorpresa cuando
la recibiera por la mañana.
–¿Tienes ganas de que nos veamos? –preguntó–. Quería hablar
contigo.
–¿Sobre qué?
–Por teléfono, no. Te veo en Raj’s. Highgate. En media hora.
–Espera, le preguntaré a mamá –dije, y tapé el tubo con la mano–. ¿Puedo
salir un rato? No volveré tarde, lo prometo. A la vuelta, lavaré los platos.
–¿Cómo puedo negarme, si me lo pides así? –respondió mamá–. Te
dejaré la cena en el horno.
–Nos vemos en media hora –le dije a Tony.
Colgué el teléfono con una expectativa deliciosa. Yo sabía lo que quería
decirme. Él siente lo mismo que yo y quiere definir las cosas, pensé,
mientras corría a mi habitación y me ponía mis jeans y una camiseta.
Un toque de brillo labial, un poco del perfume Angel que me regalaron
las chicas para mi cumpleaños, y corrí a tomar el autobús a Highgate.
Estaba entusiasmada. Durante el viaje decidí que lo dejaría hablar y me
mostraría indiferente; le diría: “No sé, tengo que pensarlo”. Y por la
mañana, recibiría mi tarjeta y vería que yo también quería lo mismo.
Todo estaba saliendo a la perfección.
Cuando llegué a Raj’s, él ya estaba en el primer piso, sentado en el rincón,
leyendo uno de los libros antiguos que hay en los estantes. Cuando
entré, levantó la vista y sonrió y, como me pasa siempre que lo veo, mi
estómago dio un vuelco.
–Te cortaste el pelo –observé.
–Se llama corte francés. ¿Te gusta?
Sí. El cabello tan corto no les queda bien a muchos chicos, pensé. Hay
que tener lindos rasgos y buena forma de cabeza. Claro que Tony tenía
ambas cosas. La belleza le viene de familia. Nesta es fácilmente la
chica más bonita de nuestra escuela, y es probable que Tony sea el
más apuesto de la suya. Moreno, con ojos pardos como adormilados
y pestañas largas.
–Podéis tomar asiento –dijo, sonriendo, mientras me acomodaba. Yo
también sonreí. Siempre decíamos eso, pues todos los asientos son viejos
bancos de iglesia y parece que uno estuviera en misa–. ¿Quieres té
o algo frío?
–Una Coca estaría bien –respondí, mirando alrededor. Me alegré de
que hubiera elegido este lugar para encontrarnos. Es el preferido de TJ,
y mío también. Ella dice que, cuando viene aquí, se siente como si estuviera
en el pasado, por la decoración. Es distinto de todos los otros cafés
de la zona: tiene carácter propio, con bancos de iglesia, mesas pesadas de
madera y estantes cargados de libros interesantes.
–¿Qué estás leyendo? –le pregunté.
Tony señaló los estantes.
–Un libro antiguo de historia. Aquí tienen una colección muy rara,
desde libros de cocina hasta Dickens. Pero todos parecen viejísimos.
–Igual que los adornos –dije, indicando una estatua descascarada
de un marajá indio que estaba en el rincón, por encima de la cabeza de
Tony. La habían acomodado junto a una estatua de Buda–. De hecho se parece un poco a la sala de mi casa, con un montón de cosas que no hacen juego.
–Sí –respondió Tony, observando dos trompetas de bronce que colgaban
del cielorraso–. Es bastante loco. Pero creo que por eso mismo
me gusta.
Pasamos algunos minutos conversando sobre todos los objetos extraños
que veíamos: las muñecas rusas y el avestruz de juguete que había
en un estante, los flamencos de bronce y los elefantes de cerámica
en otro, las viejas fotos en sepia colgadas de la pared, mezcladas con
unos dibujos en tinta enmarcados. Me sentía tan cómoda, sentada allí
con él, que pensé que iba a ser difícil no contarle sobre mi tarjeta y mi
decisión.
–Bueno, ¿querías hablarme de algo? –le pregunté, por fin.
–Eh, sí –respondió Tony, mientras el chico que atendía el mostrador
dejaba su computadora y se acercaba a tomar nuestro pedido–. Pero antes,
dime cómo estás. Así que terminaron las clases, ¿no?
– Sí. Es la mejor sensación del mundo.
–Y ¿qué vas a hacer en las vacaciones?
Lo que yo había pensado. Iba a invitarme a salir con él.
–Bueno, no tengo planes definidos –respondí, mirándolo a los ojos de
un modo que me pareció significativo–. ¿Tienes alguna idea?
Tony se encogió de hombros.
–En realidad, no. Es decir, Lucy... ¿Cómo puedo decirte esto…?
Tuve un impulso de tomar su mano, explicarle que ya sabía lo que
quería decirme y que yo sentía lo mismo. Pero Nesta me había entrenado
bien. Mantente indiferente. No seas demasiado fácil.
Tony respiró hondo.
–El caso es, Lu, que… bueno, hace mucho que estamos saliendo de
a ratos y quisiera definir las cosas entre nosotros. No es justo para ti ni
para mí. Tenemos las vacaciones por delante y es como un nuevo capítulo,
para los dos, entonces… nada, pienso que, eh… quizás deberíamos
empezar de cero.
–¿Empezar de cero? ¿Qué dices? –no lo entendía.
–Bueno, no es que seamos novios, ¿verdad? Nunca lo hemos sido en
realidad.
–No. No, claro que no.
¿Acaso iba a pedirme que lo fuéramos ahora?
–Y estuve pensando –prosiguió Tony–, ¿y si, por ejemplo, tú conoces
a alguien durante las vacaciones, o si yo conozco a alguien? Es confuso.
Es decir, nuestra situación… tú y yo. Bueno, no estamos libres pero
tampoco estamos realmente comprometidos.
–No, es verdad.
–Entonces, ¿qué te parece? –preguntó.
–No sé si te entiendo –respondí–. ¿Estás diciendo que quieres comprometerte
o que quieres salir con otras chicas?
Tony cambió de posición, incómodo.
–Que quiero ser libre –dijo, por fin.
–¿Estás dejándome? –le pregunté.
–No. No, claro que no; ¿cómo puedo dejarte si nunca fuimos realmente
novios?
–Pero…
Extendió la mano para tomar la mía, pero la aparté. Me sentía dolida.
Confundida.
–Mira, Lucy, no es que nunca te haya invitado a salir; es que siempre
me rechazabas.
–Entonces no sabía lo que sentía –murmuré–. No estaba rechazándote,
sino…
–No estoy dejándote. Estoy poniendo las cosas en claro, para
que los dos sepamos dónde estamos parados. Podemos seguir siendo
amigos.
¿Amigos? Yo sabía muy bien lo que significaba esa frase “Podemos
seguir siendo amigos”. Quiere decir: se acabó. Fin. Yo no quería que
fuéramos amigos. No quería enterarme de que era más que amigo de
otra chica. Miré su boca ancha y sensual. Ya no podría besar esa boca.
Sentí que los ojos me ardían. Estaba a punto de llorar, pero no iba a
hacerlo allí. No quería que viera lo mal que me sentía.
–Tengo que irme –dije, y me puse de pie.
–Pero ¿y tu Coca? –lo oí preguntar, mientras llegaba a la puerta y
bajaba la escalera a los tropezones.
–Tómala tú –murmuré por encima de mi hombro. Un solo pensamiento
ocupaba mi mente mientras corría a casa. Tengo que llamar a
Nesta para que mañana reciba al cartero antes de que Tony vea esa tarjeta
estúpida, estúpida, estúpida.

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  1. Unknown On 24 de agosto de 2013, 17:15

    Hola! Me gustaría ver el libro completo, si no te molesta subirlo a tu página :)

     

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